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Painecur

de Eduardo Luna.

Reseña

 

En 1960, después del gran terremoto de Valdivia, una comunidad mapuche de las cercanías del Lago Budi realizó el sacrificio de un niño para calmar las fuerzas sobrenaturales y evitar una catástrofe mayor. En ese entonces, los responsables del acto fueron enjuiciados; sin embargo, fueron declarados inocentes y el registro del proceso jurídico se ha extraviado con el paso del tiempo. En la actualidad, a un grupo de estudiantes de derecho se le ha asignado este caso para su examen de Clínica Jurídica; pero al carecer de fallo de referencia, deben conjeturar sobre la decisión del juez de la época, enfrentándose con sus propios prejuicios culturales y sociales. La obra ha sido galardonada con los premios “Juan Radrigán” a Mejor Dramaturgia 2018, Mejor Elenco en lo “X Contadores Awards” y Mejor Dramaturgia 2018 en los Premios Literarios del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

Libro físico disponible en Editorial Cuarto Propio a través del siguiente link: https://www.cuartopropio.com/libro/painecur/ 

 

 

El texto a continuación es un extracto de la obra. 

Obra protegida por derecho de autor. 

 

 

 

(Suenan las ranas del lago Fudi, ex Budi. El gran despertar de Alberto/un grito. Melisa/Domo Wesakelu blanco, no ha dormido, abstraída)

 

Ernesto: (Perdido en el espacio/tiempo) ¿Qué hora es?

 

Melisa: Las 7 y media.

 

Alberto: ¡¿Nos quedamos dormidos?!

 

Rodrigo: ¿Melisa por qué no nos hablaste?, ¡no queda nada para el examen!. 

 

Melisa: El celu de Ernesto llevaba sonando mucho rato y no despertaban así que lo apagué.

 

Rodrigo: ¡Nisiquira nos habiamos puesto de acuerdo en el alegato final definitivo de la defensa!, ¿Melisa, lo hiciste a propósito?

 

Ernesto: Rodri déjala, nos quedamos dormidos y ahora hay que solucionar. 

 

Alberto: ¿Qué hacemos, nos vestimos?

 

Ernesto: Yo creo.

 

(Los tres comienzan a vestirse formalmente para el examen)

 

Melisa: ¿Sabían que los sueños le indican a los Mapuche cómo hay que vivir, qué decisiones tomar, cómo hay que morir o incluso cuando tienen que ayudar a otro a morir?

 

Rodrigo: (A Melisa) ¿Por qué te vestiste así?

 

Melisa: Así voy a dar el examen, tengo que interpretar a la Machi, eso dijiste... Modifiqué mi alegato... 

(A Rodrigo) Después de escucharte exponer cómo habían decidido solucionar la audiencia, pensé... Y después seguí pensando mientras dormían: (a todos) Los chiquillos/ustedes tienen razón, Juana Namuncura sí sacrificó al niño. 

 

Rodrigo: (Ironía/Molestia) Que bueno que pensaste, me alegro, me alegro que estés de acuerdo con nosotros, porque ahora si que no tenemos tiempo para darnos más vueltas.

 

Melisa: Si, me di cuenta que defendiéndola como lo estaba tratando de hacer era un error. Estaba tratando de utilizar los pequeños elementos que podrían despertar una DUDA RAZONABLE, cuando no hay ninguna duda.

 

Ella soñó con el fin de la humanidad y soñó con lo que había que hacer para evitarlo.

 

(Perplejidad)

Melisa: Revisé nuevamente el informe sismográfico, el nguillatún del sacrificio comenzó a las 20:00 horas del 5 de junio de 1960 y el último movimiento ocurrió a las 1:55 de la madrugada del 06 de junio, probablemente justo después de finalizar la ceremonia. Juana Namuncura sacrificó a José Luis Painecur para salvar a la humanidad, sacrificó incluso su propia imagen, quedando para siempre en la historia como una bruja Mapuche.

 

(Silencio)

 

Rodrigo: Meli, te fuiste en una volá muy rara.

 

Melisa: Desde que me contaron los detalles del caso, siempre supe que había ocurrido la muerte del niño, pero también sabía que no era un HOMICIDIO. La muerte de ese niño es parte de la oscuridad propia de la vida. No sabía cómo explicarles de una manera suficiente/convincente que Juana Namuncura, habiendo dado muerte al niño, no era culpable de asesinato. Por lo mismo tuve que mentir, utilizando los instrumentos que la legislación chilena ofrece, sabiendo que nada de eso sirve. 

 

Ernesto: (Con la delicadeza propia del temor) Meli, ¿eres Mapuche?

 

Melisa: Yo nací en Recoleta, mis papás también, siempre de Recoleta, ¿soy o no soy Mapuche?

 

(Todos se encogen de hombros)

 

Melisa: Desde que era muy niña, me decían que parecía Mapuche, pero siempre me lo decían con un tono de profundo desprecio. 

[Es tan propio de cualquier chileno crear su identidad a partir de lo que no son, a partir del profundo desprecio a lo que (creen) NO PERTENECEN. De tanto subrayar lo que no son, se extravían finalmente de lo que son] 

Yo no sabía a qué se referían cuando me decían “Negra come piñones”, ¿qué era un piñón?, ¿tenía que sentir vergüenza de parecer alguien que come piñones?, ¿tenía que sentir vergüenza de parecer Mapuche?. Solo por saber si tenía que sentir vergüenza, me obligué a investigar, para saber quiénes eran esos con los que me confundían.

 

(Rodrigo quiere detener el relato, Alberto lo detiene y pregunta para que el relato continúe)

 

Alberto: ¿Y qué encontraste?

 

Melisa: Encontré todo lo contrario a lo que conocía, mis papás no eran como ellos, mis compañeros de colegio, mis profesores, la gente, pero si encontré algo de mi, encontré mi nombre, pero no por accidente. Para el Mapuche las cosas no ocurren porque sí, los accidentes no existen. 

MI NOMBRE... Mi mamá no sabe explicar porqué me nombró Melisa, decía que era un nombre que simplemente se le vino a la cabeza. Ella no sabía que Meli en Mapuchedungún, significa cuatro, soy la cuatro. Ese simple número son las estaciones del año, son los puntos cardinales, son las necesidades de un árbol y las mismas necesidades de un árbol debieran ser las necesidades del ser humano. Llamarme cuatro, no es un accidente, no es una coincidencia.

Ahora mismo en esta sala, somos cuatro, un consejo de cuatro. El 5 de junio de 1960, seguramente Juana Namuncura también formó parte de un consejo de cuatro, porque los cuatro más preparados de la comunidad siempre se reunen para decidir. El sacrificio no fue una idea desequilibrada de la Machi, ella lo soñó, pero era una necesidad de toda la comunidad. 

En un nguillatún es normal sacrificar gallinas o corderos, pero en ese momento, el desequilibrio parecía un gigante. El terremoto, vimos lo que pasó en el terremoto, tenían que ofrecer algo más grande, algo que a ellos también les doliera perder, tenían que perder a un hermano. José Luis Painecur, como todo Mapuche, sabía desde el nacimiento su destino. El chileno muchas veces nisiquiera antes de morir se entera de su destino. José Luis Painecur siempre lo supo, él vino para morir por nosotros, por todos nosotros y el consejo de cuatro lo sabía.

 

(Silencio)

 

Rodrigo: (Con la extrañeza de quien escuchó a una extranjera, de quien escuchó otro idioma, una lengua que no se entiende) ¿Con todo esto, nos quieres convertir a algún tipo de religión?, ¿quieres que nosotros cuatro nos convirtamos en ese mismo consejo de cuatro, para finalmente decidir que lo que hicieron estuvo bien?. Melisa (cuatro), me parece buenísimo que cualquiera de nosotros en algún punto de sus vidas se haya encontrado con una ancestralidad que le de sentido a su vida... Particularmente no tengo nada en contra de la Fe o en quienes profesan la Fe por cristo, por la marihuana o incluso por un futbolísta, pero mezclar la Fe con la justicia, es otra cosa. 

 

Melisa: ¿Por qué me invitaste al grupo?

 

Rodrigo: Fue un impulso Meli, ya DECLARÉ ante mis compañeros y ante ti que así fue.

 

Melisa: Nada es porque si Rodri, pero es tan difícil abrirse a otra manera de percibir que no sea la racional/tradicional/formal que nos enseñaron, que pretenden seguir enseñándonos.

El juez de la época no liberó a Juana Namuncura, a Juan Nahuelcoy y Alejandro Caniulaf por su pobreza o por su ignorancia, sino porque entendió algo que la justicia chilena quizás no podrá volver a entender.

 

Rodrigo: ¡¿Entender que la Machi salvó a la humanidad a través de la muerte de un niño, entender que apacigüó a dos serpientes ancestrales?!, ¿eso tendría que entender la justicia chilena?

 

Melisa: Si, que restableció el equilibrio perdido.

 

Rodrigo: ¿Con todo esto que estás diciendo, pretendes defender a Juana Namuncura, a Juan Nahuelcoy y Alejandro Caniulaf?. La comisión se va a reir de ti Melisa. 

 

Alberto: ¿Y si no se ríen?. Lo que dijo la Melisa suena raro, medio sobrenatural, pero podría ser cierto.

 

Rodrigo: (se ríe con ironía) 

 

Alberto: ¿De qué te estay riendo?

 

Rodrigo: De ti, de lo fácil que te resulta adoptar una moda, una idea que escuchaste por ahí carreteando. No me extrañaría que a propósito de todo lo que acaba de decir la Melisa, mañana postees en facebook que EXIGES derecho propio para el pueblo Mapuche. 

 

Alberto: ¡Lo único que quise decir es que quizás no se rían de la Melisa! 

 

Rodrigo: ¿Te conmovió su historia de infancia o te convenció eso de que la Machi salvó a la humanidad?, o como siempre, estay tan curao que no estay aquí y quien habla por ti es alguien que nisiquiera conocemos. ¿Tú sabes quién eres Beto?

Alberto: ¡No estoy curao Rodrigo! 

 

Rodrigo: ¿Entonces de verdad te convenció?

 

Ernesto: Chiquillos, no nos hacemos ningún favor si ahora nos ponemos a pelear.

 

Alberto: ¿Y si fuese cierto lo que dijo del informe sismográfico y si de verdad se acabaron los terremotos cuando la Machi mató al niño? 

 

Ernesto: Beto, ¿qué te pasa?

 

Alberto: La Melisa tenia razón, soy prejuicioso... Soy prejuicioso porque uno escucha y lee muchas cosas, pero no sabe. Leí y escuché muchas cosas, pero nunca algo como lo que dijo la Melisa. Es verdad que hay gente que postea en facebook exigiendo una u otra cosa sobre los mapuches, pero muchos de ellos, en relidad los compadecen, los inferiorizan, creen que son el primo pobre que hay que cuidar para sentirse bien consigo mismo, pero no los entienden. Son prejuiciosos, igual que yo, solo que lo expresan de otra manera. Quizás mis prejuicios no tenían que ver con los mapuches sino con esos prejuiciosos que hablan y postean sin saber nada. 

 

Rodrigo: (Sonríe con ironía/decepción) Estamos mal, muy mal... Les juro que di lo mejor de mi para dar un buen examen con ustedes, pero ninguno de ustedes merece pasar el ramo... Y yo tampoco.

 

Ernesto: ¡No!, (A Melisa) Meli, si repites en el examen todo eso que dijiste, vamos a reprobar y yo no puedo reprobar.

 

Melisa: Si, lo se. Lo que dije, no son mis argumentos para la defensa.

 

Alberto: ¿Entonces qué escribiste en tu alegato final?

 

Melisa: Modifiqué mi alegato final para decir lo que ustedes querían que dijera, lo que una comisión espera que diga. No voy a reprobar el examen, ninguno de nosotros va a reprobar el examen. Lo que realmente quiero decir, lo dije, pero lo guardé. Lo que quiero decir, no lo diré en un examen, en la simulación de una audiencia. Un examen es un paso, para luego en una audiencia real, defender eso que dije y guardé.

(observa el reloj) Pelao Castillo ya va a llegar... Arréglense las corbatas.

 

 

Ficha Artística 

Dramaturgia y dirección: Eduardo Luna

Asistente de dirección: Nicole Morales 

Elenco: Pamela Alarcón – Sebastián Silva Rodríguez – Alexis Moreno Venegas – Felipe Lagos

Diseño teatral: Javiera Severino y Karla Rodríguez

Composición musical: Daniel Cartes

Diseño sonoro: Franco Peñaloza

Diseño y producción audiovisual: Pelochuzo Producciones

Asesoría dramatúrgica y diseño gráfico: Javier Alvarado

Preparación actoral: Daniela Venegas

Realización escenográfica: Gian Reginato 

 

Año de escritura: 2017

Estreno: 30 de noviembre 2017

Teatro de estreno: Sala La Comedia. Teatro Ictus. Santiago de Chile.

Para contactar al autor escríbenos asociaciondramaturgos@interdram.cl

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