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Réplica

de Isidora Stevenson

Reseña

 

Ambientada en un futuro cercano, la obra transcurre en la sala de espera de un Data Center donde una investigadora en neurociencia, un empresario de la industria de las nuevas tecnologías, una docente especializada en habilidades comunicativas, una terapeuta que promueve la desconexión y un hacker taciturno descubren estar vinculados a partir de la desaparición de un joven adicto a los juegos de realidad virtual.  Lo que parte como un encuentro fortuito termina evidenciando el alcance y la supremacía de un nuevo programa de inteligencia artificial.

El texto a continuación es un extracto de la obra 

Obra protegida por derecho de autor.

Todos se miran. Apagón. La luz se prende y El amigo está parado donde estaba antes de desaparecer.

 

La madre: ¿Dónde estabas?

 

El amigo: Me sacaron un segundo.

 

La madre: ¿Quiénes?

 

El amigo: Ellos.

 

El facilitador: ¿Quiénes son?

 

El amigo: Los que nos convocaron.

 

La amante: ¿Quiénes son exactamente?

 

El amigo: No tengo idea.

 

El facilitador: ¿A dónde te llevaron? 

 

La amante: ¿Viste algo?

 

El amigo: (Al facilitador) No se. (A la amante) No.

 

La amante: ¿Dijeron algo?

 

El amigo: Estaba oscuro, no pude ver nada, solo escuchar la voz. Era una que no se si es de hombre o de mujer.

 

La amante: ¿En cuanto nos sacan de aquí? ¿Qué van a pasar? ¿Qué quieren hacer con nosotros?  

 

La madre: ¿Qué dijo la voz?

 

El amigo: Que tuviéramos un poco de paciencia. Que están esperando a otras personas para empezar. Que tenemos que estar todos los convocados. Que por eso no podemos partir todavía.

 

El facilitador: ¿Eso no más te dijo la voz?

 

El amigo: Si.

 

El facilitador: ¿Y quiénes son las otras personas?

 

El amigo: No tengo idea.

 

Pausa, todos nerviosos.

 

La terapeuta: (Acercándose al amigo) Me quedé pensando…Quería felicitarte.

 

El amigo: ¿Por?

 

La terapeuta: Por no haberte suicidado. Debe haber sido una experiencia…

 

El amigo: Gracias. Pero no es mérito mío y tampoco me siento orgulloso.

 

La terapeuta: ¿Por qué?

 

El amigo: Prefiero no hablar de eso. 

 

La terapeuta: Entiendo

 

El facilitador: ¿Y tú conociste a alguien que haya jugado hasta el final?

 

El amigo: Sí. 

 

Silencio.

 

El amante: Entre todos los grupos donde me toca hacer clases, ya se han suicidado más de diez chiquillos. Es espantoso. 

 

La terapeuta: ¿Más de diez? 

 

La amante: Pero, pensando en eso que hablamos, si están las réplicas… las familias podrían comunicarse con sus hijos, con sus réplicas quiero decir, sería como que no murieran del todo… ¿O no?

 

El facilitador: Bueno, hay programas que permiten chatear con los muertos o que alguien que ha muerto “siga tuiteando” por ejemplo. Solo debes darles libre acceso a toda tu información. 

 

La terapeuta: Que locura.

 

El facilitador: Pero puede aliviar el dolor, ayudar a sentir menos el vacío que deja alguien cuando muere ¿Por qué crees que la gente, cuando muere alguien, le sigue posteando en su muro?

 

La terapeuta:  No quiero sonar dura, pero estamos en una época exhibicionista, verborreica. Personalmente, creo que es sólo para demostrar a los otros que se sufre, a los vivos. Porque el muerto no le va a poner me gusta al posteo. Podrían perfectamente prender una vela en la intimidad y el muerto estaría siendo honrado igual. Sin necesidad de subir la foto de la vela, claro. (Pausa) En esta época, el silencio, la intimidad es una resistencia, una rebeldía.

 

(Silencio)

 

La madre: ¿Y ese juego te dice cómo morir?

 

El amigo: Te sugiere la mejor manera según tu perfil.

 

El amigo: Como saben todo, te sugieren la manera más simple a la que tengas acceso.

 

El facilitador: Usan algoritmos. Suena macabro, pero es genial.

 

La terapeuta: ¿Perdón?

 

El facilitador: Sé que es muy impopular que lo diga, pero me parece impresionante, sociológicamente hablando, cómo un juego on-line, una aplicación que ni siquiera usa la experiencia de la realidad virtual, logre hacer eso. 

 

La terapeuta: ¿A ti qué te sugirió?

 

El amigo: Pastillas.

 

La amante: ¿Y cuál vendría siendo tu perfil como para que te sugiriera eso?

 

El amigo: Bueno, la sangre me da fatiga, me desmayo. En el taller de teatro hicimos una versión de Romeo y Julieta, yo era Romeo y la parte de la muerte la hicimos medio gore y me aplaudieron de pie. Y mi papá era visitador médico, así que en mi casa todavía hay cajas y cajas de remedios.

 

La terapeuta: ¿Y el programa sabe todo eso?

 

El amigo: Saben todo de todos.

 

El facilitador: ¿Visitador médico? ¿Qué era eso?

 

El amigo: Las personas que les llevaban muestras de remedios a los doctores. 

 

La madre: Los que les presentaban a los doctores los nuevos productos de los laboratorios. Cuando una iba al doctor y en la sala de espera había persona con maletines.

 

El facilitador: ¡Ah!

 

La amante: Ya. No sé. No quiero hablar más de estas cosas. No me quiero poner más paranoica. Estoy muy cansada. Necesito ir al baño. Además, tengo sed.

 

La terapeuta: Cierto. Ha sido más que suficiente la espera. (Subiendo la voz) Por favor, ¿puede venir alguien a hablar con nosotros?

 

El facilitador: (Susurrando) Toda esta conversación también la han estado monitoreando. Quieren saber como reaccionamos. 

 

La terapeuta: (Susurrando) ¿Tú crees?

 

La amante: (Susurrando) No les interesamos en lo más mínimo, (Subiendo la voz) te apuesto están durmiendo o tomando cafecito y cuando vuelvan de su hora de colación, nos sacan de acá.

 

El facilitador: (Susurrando) No seas ingenua. No nos han sacado un ojo de encima.

 

La amante: Te escandalizarías de conocer la flojera de los empleados públicos.

 

El facilitador: ¿Por qué hablas de empleados públicos? Si ya no existen.

 

La amante: ¿Cómo no? Yo soy empleada pública.

 

El facilitador: Eres de las pocas que quedan. Son los últimos resabios del antiguo sistema. Con ustedes morirá ese concepto.

 

La amante: ¿Tú crees?

 

El facilitador: A todos los que forman parte de la burocracia estatal los han reemplazado por Inteligencia Artificial.

 

La amante: Pero yo no soy parte de la burocracia, hago clases.

 

El facilitador: Hace años que en Corea y Taiwán las clases ya las hacen robots. Hace décadas que hay tutores virtuales. Y hacen mucho mejor la pega. Disculpa, pero los tutores virtuales son los mejores evaluados, responden mucho más rápido y a cualquier hora, no se cansan, no se aburren y no se distraen. Pero sobre todo no son barreros, no generan relaciones confusas con sus estudiantes y no se equivocan nunca.

 

La amante: ¿No se equivocan nunca?

 

El facilitador: Las máquinas no se equivocan. Solo que, si les pides algo que no pueden hacer, no lo harán. Las máquinas son un conjunto de reglas.

 

La terapeuta: No deberías hablar así, la cantidad de gente deprimida por la cesantía que ha generado la inteligencia artificial es escandalosa.

 

El facilitador: Ojo que no estoy diciendo que todos los trabajos puedan o deban hacerlos robots, chatbots o Inteligencia Artificial, pero es evidente que la industria ha aumentado sus ganancias en números que eran impensados antes. El país ha logrado mayor productividad gracias al ingreso de estos elementos al mercado laboral. O sea, hay trabajo que ni los inmigrantes querían hacer y los robots, ni se quejan.

 

La terapeuta: Probablemente es cierto lo que dices, pero en la práctica el ocio obligado y las jubilaciones anticipadas, han generado mucho daño. Además, hay oficios tradicionales que desaparecieron por completo. Es una pena. 

 

El facilitador: Obsolecencia laboral. No nos podemos resistir al avance de las tecnologías. No hay vuelta atrás.

 

La terapeuta: Eso ha generado mucha depresión, familias empobrecidas.

 

El amigo: Mi viejo, por ejemplo.

 

El facilitador: Pero era obvio que un trabajo así desaparecería con el tiempo. La cantidad de tiempo que perdían los médicos y para que decir los pacientes con la interrupción de un visitador médico. Además de la venta de muestras médicas. 

 

La amante: Pero cuando ibas al doctor te regalaba la muestra. 

 

El amigo: Los sacaron a todos. De un día para otro. 

 

El facilitador: ¿Y que pusieron a cambio?

 

El amigo: Un chatbot. Visitador virtual. Le ofrece los nuevos productos a los doctores, y solo los que él solicita se los despacha el laboratorio. 

 

La terapeuta: Me imagino que debe haber sido muy duro para tu papá.

 

El facilitador: Pero se ha avanzado una enormidad.

 

La amante: ¿En qué sentido?

 

El facilitador: En relaciones laborales. Te evitas todos los temas con los sindicatos. Que la jornada no pase de equis horas, que el ajuste, que el sueldo justo. No alegan, no se toman colación. No piden permiso para ir “a médico”. No salen de vacaciones ni descansan. Solo hay que programarlo y si se necesita, contratar un servicio externo de mantención. Y te olvidaste.

 

La madre: Con razón te defines como empresario.

 

Silencio.

Ficha artística

 

Elenco: Paola Volpato, Patricia Rivadeneira, Ximena Carrera, Francisco Pérez-Bannen y Felipe Zambrano.
Diseño de escenografía e iluminación: Pablo de la Fuente
Vestuario: Andrea Contreras
Música: Alejandro Miranda
Diseño audiovisual: Marcello Martínez
Producción: Carolina Courbis y Alessandra Massardo
Coordinación Seminario Teatro e Inteligencia Artificial Horacio Pérez
Difusión Claudia Palominos

Producen Teatro del Lago, Festival Puerto de Ideas y Corporación Cultural de Quilicura.
Proyecto financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes, Convocatoria 2018.

Para contactar a la autora, escríbenos.

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