Me habían hablado sobre Mauricio Kartun, como el o uno de los dramaturgos argentinos contemporáneos más importantes. Así que partimos a ver su obra al Teatro del Pueblo, el teatro independiente más antiguo de Argentina, que data de 1930. Terrenal, Pequeño Misterio Ácrata, escrita y dirigida por Kartun; utiliza el intertexto del que podríamos llamar, mito bíblico de Caín y Abel, pero con la mirada única del autor.
Terrenal nos presenta a dos antagonistas que funcionan como metáfora de la realidad humana, la de ahora y la de siempre. Terrenal confronta las ideas de capitalismo y humanismo; ser sedentario y ser nómade; la verdad detrás del triunfador y el fracasado, en la sociedad actual. Caín y Abel son dos hermanos dueños, cada uno, de la mitad de un gran terreno, que bien podría ser la Argentina misma o el mundo entero. Uno es productor morronero; el otro, vagabundo y vendedor de carnada. Cada uno tiene una visión cosmológica totalmente opuesta a la del otro. El primero es dueño de la tierra y la explota; el segundo, se siente parte de esta y cuida de sus creaturas. Estas diferencias antagónicas generan una dialéctica, donde Tatita (Dios) aparece como mediador y padre que deja a sus hijos en total libertad para actuar en la tierra y construir mundo.
La puesta en escena trabaja el blanco y negro, tanto en el vestuario como en su escenografía. Se ve la intención de dar una atmosfera irreal, cercana al surrealismo de comienzos del siglo pasado, coincidente con una estética cinematográfica propia del origen del cine. También uno puede ver elementos del teatro de varieté. No hay una época determinada. El texto es complejo, muy poético y con elementos de humor. La actuación no es realista. Tiene elementos expresionistas y farsescos muy fuertes; mucha gestualidad en el rostro y cuerpo. Hay elementos de clown y de la comedia propia del cine mudo de Buster Keaton o Chaplin. El montaje tiene momentos de gran belleza, como cuando Caín fumiga el campo, para exterminar a los insectos. El espacio se llena de humo y él aparece con una antigua maquina fumigadora y una actitud espantosa. La escena es terrible, pues funciona como metáfora de las grandes masacres que el hombre ha hecho contra su propia especie, pero al mismo tiempo es bella en sus formas y por su carga emocional.
Otro momento memorable es el monólogo final de Tatita, cuando abrumado y triste por la muerte de Abel, reflexiona sobre el actuar de Caín y lo condena al destierro. Cada vez que le habla a Caín, le está hablando al propio ser humano sobre su profunda capacidad de destrucción.
Las actuaciones de Claudio Da Passano, Claudio Martínez Bel y Claudio Rissi develan tres diferentes mundos que se corresponden perfectamente entre sí. Se nota un largo trabajo en conjunto. También cabe destacar el trabajo de la diseñadora, Gabriela Fernández, que logra dar, en cada vestuario y escenografía, con el “gestus” de la obra. Nada sobra y todo suma para crear un mundo verosímil, con sus propios códigos e imaginario.
Kartun es un dramaturgo prolífico que además dirige, la mayor de las veces, sus propias obras. Él mismo cuenta que su trayectoria se divide en dos periodos: el primero corresponde a una dramaturgia de la seguridad vinculada al partidismo y a la convicción ideológica; hoy, más libre y menos segura de las instituciones y los mecanismos del poder político. A pesar de esto, Kartun dice que conserva las ideas, la utopía. Terrenal ha ganado importantes premios, como también muchas de sus obras anteriores. Las más destacadas son: El niño argentino, Chau Misterix, El partener, La casita de los viejos, Sacco y Vanzetti y La Madonnita.
Terrenal, Pequeño Misterio Ácrata es un montaje sólido, que evidencia un largo y exhaustivo trabajo de búsqueda en escena sobre un gran texto. En Kartun hay ideas, convicciones, preguntas y compromiso social a través del oficio teatral. Kartun, hoy, es central dentro del teatro argentino. Su dramaturgia es universal, pero al mismo tiempo, hace referencia a los procesos sociales y teatrales de su país. Todo un mundo por ir descubriendo.
Sobre Terrenal, Kartun dice: “Creo en el Dios Mito. En su metáfora perfecta. Y lo respeto como tal. El mío es un Dios zurdo”.