Marcia Césped Laplechade, dramaturgia chilena y guía de la Residencia Dínamo 8, se explaya en el sentido de la dramaturgia, sus caminos y necesidades.
"La escritura también me ha hecho hablarla, contarle a las personas lo que hago o estoy escribiendo, pedir consejo, abrir el proceso en conversaciones, ponerla en diálogo, para que no se aferre tanto a ciertas cosas en determinados momentos del mismo recorrido, hablarla y escuchar lo que piensan o sienten las personas con lo que escribes, también me ha servido para continuar escribiendo, integrando, y no dejándome fuera de la realidad, que es algo que me aterra del arte en general, la delgada línea entre el hacer encapsulado y el vínculo abierto y continuo con las personas, con tu gente, con los procesos sociales, con el mundo. "
Tuve que desacralizar muchas cosas para enfrentarme a escribir, tuve que derrumbar la sensación de no saber y aceptarlo tal como abrazo la incertidumbre, tuve que desmoronar y admitir mis faltas de ortografías, asumir el miedo a no escribir algo inteligente o súper político, tuve que desplomar mi educación y reconocer la ignorancia que tengo en temas gramaticales y de sintaxis, tuve que demoler la expectativa, tuve que enterrar el resultado y erguir el proceso, tuve que mirar mi biografía y desmenuzarme dentro de mis ojos, y tuve que dejar que las cosas volvieran. Al escribir siempre vuelve algo, siempre termino de cerrar una etapa, o abro otra… como si toda mi vida se sentara a mi lado y observara cómo escribo. Tuve que aceptar que la escritura venía a rellenar lagunas, a reconstituir espacios de mi memoria, a reparar momentos y completar palabras que jamás había iniciado, yo creo que por eso la Autoficción se me hace un camino que me acomoda. Me develo en la autobiografía pero me protejo con la ficción, no sé partir desde un lugar que no sea el mio, ni el de mi familia, ni el de mis ancestras, mi madre me decía el otro día que para escribir quizás yo había encomendado mi alma a mis abuelas, a mis mujeres, porque ellas no habían logrado inventar para sus vidas lo que yo inventaba en mis obras.
Escribir dramaturgia me ha revelado una manera de ser-estar en la vida, vivo aquello donde me estallan las ideas, la pasión y la escritura. Mirar los conflictos a veces es desquiciante, en cualquier oficio y en cualquier parte del mundo, mirar lo que se siente o lo que alguien padece o sueña y obsesionarse con desplegarla en una hoja en blanco, es entrar un poco en la locura.
Creo que querer transmitir prácticas de escritura también me ha ayudado a comprender su hacer, sobre todo en los procesos de quienes intercambian estos espacios de diálogos, de saberes, mirar esos procedimientos también me ha ayudado a escribir dramaturgia y todo lo que por momentos necesita hacerse cuerpo o sólo palabra.
Escribir me ha permitido sentirme dentro de algo haciendo algo, me gusta ponerle atención a los oficios, cómo las personas hacen lo que hacen, cómo encuentran o resuelven las situaciones, y qué descubren cuando suceden avances, una señora que vende ensaladas encontró, o le contaron, o miró, como se cerraba más rápido la bolsa, lo hizo por que a eso le dedica parte de su tiempo, para escribir es lo mismo, y por eso una de las cosas que se me revuelven adentro es tener que ser súper consciente que escribir no es más que cualquier otro oficio u obsesión.
La escritura también me ha hecho hablarla, contarle a las personas lo que hago o estoy escribiendo, pedir consejo, abrir el proceso en conversaciones, ponerla en diálogo, para que no se aferre tanto a ciertas cosas en determinados momentos del mismo recorrido, hablarla y escuchar lo que piensan o sienten las personas con lo que escribes, también me ha servido para continuar escribiendo, integrando, y no dejándome fuera de la realidad, que es algo que me aterra del arte en general, la delgada línea entre el hacer encapsulado y el vínculo abierto y continuo con las personas, con tu gente, con los procesos sociales, con el mundo. Escribiendo también he aprendido a apreciar el silencio… antes le tenía miedo al silencio, pero tampoco le tengo miedo al ruido y a lo que me podría dejar sorda. Porque escuchar es terrible, escribir no tanto.
Soy una mujer super intensa y sensible, he tenido que aceptar esa hipersensibilidad tanto como la obsesión y la curiosidad, ésta me mueve, me nutre, me expande, siempre me digo: mientras más incierto es todo más responsable es la obra, y me obsesiona dejar que la obra me muestre su propio camino, no puedo apresurarla, no puedo condicionarla de manera pretenciosa, puedo equilibrar la responsabilidad, porque hay momentos en que lo escrito me habla, y ahí solo debo tomar el lápiz y dejar que la escritura venga hacer lo que sabemos que viene a remendar o tejer.
Durante la crisis sanitaria sentí que la escritura era un privilegio aberrante, pero si no me hubiese puesto de cabeza en ella no sé qué hubiera hecho. Siempre que cuento esto me es imposible seguir hablando… porque a estás alturas todavía no sé lo que es la dramaturgia… y me pasa que tampoco quiero saberlo tanto, me obsesiona practicarla, pero me aterra condicionarla. Si das una explicación creas altiro un jaula, dijo Nona Fernández por ahí. Pero también me dí cuenta que es la forma que tengo de expresar algo, intercambiar algo más bien, puede que las historias y palabras salgan de ti, pero tú contienes todo lo que vives, como una esponja, es mi hábitat lo que me hace escribir lo que escribo, es este país, es este sistema, estos políticos, esta realidad desgarradora, esta ciudad, las personas que veo y conozco, las historias que me llegan y recibo, también es lo que sueño, pero hasta los sueños no son sólo míos, porque ya no estamos para soñar solxs, sobre todo después de un estallido.
A veces me da la sensación que la escritura me ha hecho a mí, y que la dramaturgia me acompaña y permite caminar en ciertos momentos, pero también me digo que es esto lo que hago por ahora, no tengo idea si lo haré en 10 años, pero también creo que cuando la tomas es difícil soltarla.
No tengo idea si respondí la pregunta, y quizás es mejor así, de hecho me gusta pensar que pude abrir otras en mí… pero claro ahora tendré la maldita obsesión de querer escribirlas…
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